Después de
meses en la penumbra, retomo con fuerza y tirando de experiencia personal.
Muchos cambios, muchos kilómetros, vida nueva, búsqueda de oportunidades
decentes que no llegan. Los que me conoces o sabéis mínimamente mi existencia, os
imaginaréis por donde puede ir el artículo del reinicio.
Y es que
tras años y años de formación y preparación, por fin he decidido ser valiente y
abandonar el nido fuensanteño. No ha sido fácil, la verdad, se echa de menos
todo lo que allí tenía, pero me sentía encerrada en una vida que no era para
mí. Supongo que siempre lo he sabido, pero me había faltado el empujoncito para
coger fuerza y lanzarme a los leones de la realidad que pretendo forjarme.
Por lo
menos, he empezado a trabajar de algo, por llamarlo de alguna manera, “de lo mío”.
Tras la pertinaz entrevista de trabajo, me cogieron como becaria de una página
web para redactar contenidos. Llevo poco tiempo con esta andanza, y no es que
me esté forrando precisamente, pero sé que es aquí donde quiero estar.
Así que se
avecinan tiempos de lucha y pluriempleo mal pagado, hasta poder alcanzar la
meta: trabajar en una emisora de radio. Cueste lo que cueste, pasito a pasito,
sin echar la vista atrás.
Sé que
tendré que dejar personas y momentos por el camino, duele reconocerlo, pero son
situaciones de este tipo las que te hacen darte cuenta de quien está a tu lado
de corazón, quien te apoya a pesar de pensar totalmente diferente a ti, quien
te tenderá una mano cuando alcanzar tus sueños se vuelve un camino farragoso.
No es que
reinicie el blog con mi particular queja del mundo en su conjunto, no desesperéis
que está llegando. Pero me ha parecido una buena oportunidad para que, si me
estás leyendo, sepas que una mala racha la tiene cualquiera. Y que todo pasa
por una razón. Cuando menos esperes, la oportunidad que tanto anhelabas tocará
tu puerta.